26 may 2009

Málaga, un festival con mayúsculas

En un extremo del paseo Marques de Molina Larios una gigantesca máquina de escribir escenográfica (de las antiguas, tipo Remington) anuncia que sobre toda esa calle de piedra lustrada se van a exponer hojas de guiones de famosas películas españolas, y en bastidores especiales, las réplicas de las portadas de las ediciones de esos mismos trabajos, de acuerdo a la colección impulsada

por la libreria 8 1/2. Durante siete días, los transeuntes de Málaga caminaron, literalmente, sobre páginas escritas por Pedro Almódovar, Alex de la Iglesia y Alejandro Amenábar.
Año tras año poco después de Semana Santa, y ya van 12, Málaga se viste de cine. Si el cine es luz, Málaga es puro cine", dice Antonio Banderas en un spot puesto en la Web por el gobierno local. Por una semana, la ciudad mostró el último cine español y de América latina, como lo viene haciendo desde 1997. Lo hizo con una presencia fuerte en el centro de la ciudad-puerto de Andalucía, donde nacieron Picasso y el mismo actor ahora convertido en estrella de Hollywood (y casado con Melanie Griffith), con el viejo y coqueto Teatro Cervantes que volvió a lucir carteles multicolores, y esta vez una gigantesca pantalla de leds que iluminaba los alrededores. Los entusiastas del cine, pero particularmente de algunas de sus figuras relevantes que todos los días, además, aparecen por TV, siguieron paso a paso cada uno de los días y sus noches, iluminadas a pleno, con limousinas que entraron y salieron dejando sobre la alfombra roja a grandes figuras de la península, incluso a la flamante ministra de Cultura, Angeles González Sinde, y hasta hace poco presidenta de la Academia de Cine de España. En la inauguración se vió La vergüenza, lograda ópera prima del hasta ahora guionista David Planell (en TV de la exitosa serie Hospital Central, entre otras) sobre un matrimonio que duda a la hora de decidir la adopción definitiva de un niño peruano de ocho años con algunos serios y poco entendibles problemas de conducta, consecuencia de unos primeros años conflictivos en casa de quienes fueron sus padres verdaderos. Planell se dirige a la gente común, pero en especial a los progres que creen harán un bien a la humanidad adoptado un niño con esas características, cuando ellos mismos no pueden tenerlo. El guionista y director hace foco en sus contradicciones, en su no saber qué hacer frente a los problemas de la vida cotidiana con un niño algo particular, incapaces de renunciar a la libertad en que hasta entonces se movían. Por un lado parecen fríos, pero por el otro se muestran débiles frente a una contradicción que les será muy difícil de resolver. La película, probablemente la mejor de la sección oficial, ganó muy merecidamente la Biznaga de Oro (premio principal) de este año.

A pesar de la crisis mundial, con un presupuesto de 2,4 millones de euros, superior en 300.000 al de la edición anterior, el festival incluyó, además de la competencia oficial, cuatro secciones más. ZonaZine y Homenajes estuvieron dedicadas al cine peninsular, la primera, con obras de jóvenes prometedores; la segunda a repasar trayectorias. En la competencia oficial, y en los bloques dedicados a documentales y al cine latino, la Argentina batió un récord de presencia con diez largometrajes.
La lista de propuestas argentinas la inició Fragmentos rebelados, así, co B larga, un vibrante documental, de David Blaustein, que repasa la vida del militante y cineasta Enrique Juárez (hermano de Nemesio Juárez), desaparecido durante la última dictadura militar. En esa misma sección, también se destacó Ernesto Sabato, mi padre, de Mario Sabato (hijo del escritor), e Imaginadores , de Daniela Fiore, que repasa varias décadas de historieta rioplatense y sus principales autores, entre ellos Héctor Oesterheld y Roberto Fontanarrosa. Dentro de la sección dedicada al cine de ficción de habla hispana producido en América latina, se vieron, en concurso, las comedias Un novio para mi mujer , de Juan Taratuto, por la que fueron premiadas sus dos figuras centrales, Adrián Suar y Valeria Bertuccelli (estuvieron presentes Taratuto y el productor Juan Vera); Motivos para no enamorarse , de Mariano Mucci, que se llevó el premio a mejor guión y una mención especial para Celeste Cid, y Cordero de Dios , de Lucía Cedrón, que se llevó el premio principal de la sección, así como los preestrenos de La extranjera , de Fernando Díaz, y Gallero , de Sergio Martín Mazza (autor de la todavía inédita El amarillo). La obra de Diaz (responsable, hace ya una década de Plaza de almas) sigue la historia de una joven mujer que, tras una larga ausencia del país, regresa a su provincia para recuperar la casa familiar y unas cuantas hectáreas que acaba de heredar, al tiempo que entabla relación con un chacarero de la zona, sorprendido por el empeño de la mujer en salir de su precaria situación económica.

Fuera de concurso estuvo El artista, la original propuesta acerca de un enfermero de geriátrico que por una casualidad termina convirtiéndose en un artista de renombre, que dirigieron Gastón Duprat y Mariano Cohn, los mismos de TV abierta y Yo Presidente.
Ernesto Sabato… es un conmovedor repaso biográfico del autor de Sobre héroes y tumbas, que incluye material nunca antes visto, que su hijo Mario presentó como la versión aumentada y corregida de lo que pensaba iba a ser un video casero para sus nietos, los bisnietos de personaje de marras, recibida con fervor por los espectadores que llenaron la compacta sala del Albéniz donde se proyectó. La película toma retazos familiares que ya aparecieron en su relato India Pravilie.

Hubo, además, noches de estrenos, con títulos, como Noise, el único hablado en inglés, con Tim Robbins una comedia negra independiente norteamericana de Henry Bean en plan parecido al del personaje de Un día de furia. En este apartado también se vió Esperpentos, de José Luis García Sánchez, de acuerdo con tres relatos clásicos de Ramón del Valle Inclán, adaptados por el recordado Rafael Azcona.
El jurado de la sección oficial, estuvo compuesto por los cineastas Alex de la Iglesia y el colombiano Sergio Cabrera, el escritor y documentalista malagueño Juan Madrid, la escritora Lucía Etxebarría y los actores Emma Suárez, José Manuel Cervino y Rubén Ochandiano. En el de documentales participaron la cineasta argentina Lorena Muñoz y en Territorio latino el crítico Diego Galán y la actriz Mercedes Sampietro, entre otros.
El domingo amaneció con una tamboreada parecida a aquellas de Semana Santa "para despertar a Dios", en las que solía participar el joven Luis Buñuel, cuando muy joven viajaba de Teruel hasta su Calanda natal, mucho antes de conocer a Salvador Dalí, a Federico García Lorca y al surrealismo.

El espectáculo tuvo lugar en la Plaza de la Constitución, en el corazón de la ciudad vieja, cuando irrumpieron los integrantes de la Cofradía Jesús Nazareno de Calanda, con su túnicas de saten violeta ajustadas con un cordón y sus tambores, de diámetros importantes, repitiendo una tradición legendaria en homenaje a los 50 años del estreno de Viridiana, el clásico de Buñuel con Silvia Pinal, actriz que participó del festejo, que coincide con el 25 aniversario de la muerte del director, autor de otros clásicos que van desde El perro andaluz a El discreto encanto de la burguesía , que también fue recordado con una exposición de afiches de todas sus películas (muy oportuno), así como proyecciones y mesas redondas.


Pero, más allá de Buñuel (y de los buñuelos que se vendían no muy lejos de allí), estaba escrito que la gran estrella de esta edición del festival andaluz sería Antonio Banderas. Y así fue. Al recibimiento masivo que tuvo la noche inaugural, se sumo el aplauso del día siguiente, cuando nuevamente en el Teatro Cervantes entregó el Premio Málaga a su colega Juan Diego.
A La vergüenza siguieron algunas películas más flojas. Por ejemplo Fuga de cerebros , que copia el estilo de los hermanos Farelly, en este caso un grupo de estudiantes que mediante tretas varias consiguen ir de viaje de estudios nada menos que a Oxford, en Gran Bretaña; Bullyng , sobre el abuso de adolescentes por compañeros de clase, atiborrada de obviedades, golpes bajos y pésimas actuaciones (por momentos da vergüenza ajena); Agallas , la historia de un delincuente de poca monta que intenta hacerse el vivo con un narco que encierra un secreto inesperado, con buenos trabajos de Hugo Silva y Carmelo Gómez, pero una trama que deviene inconsistente y, finalmente, Un buen hombre, drama-thriller con eje en dos amigos abogados y docentes universitarios, uno de ellos convertido de la noche a la mañana en asesino de su esposa y el otro en testigo del crimen. Esta última tiene algunos aciertos a tener en cuenta por tratarse de un cineasta debutante.
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The Frost ( La escarcha ), opera prima del cineasta catalán Ferrán Audí, que se presenta como una adaptación libre de El niño Eyolf , publicado por Henrik Ibsen, en 1894. Audí es, evidentemente, mucho más pretencioso que el dramaturgo que identifica a Noruega, paisaje en cuyo presente transcurre la acción, con eje en un matrimonio de cuarenta y pico atenazado por la culpa provocada por la muerte de su hijo. El relato que aborda los sucesivos y cada vez más violentos enfrentamientos entre ambos, así como su singular relación con parientes cercanos y un par de siniestros personajes más imaginarios que reales, es confuso, extenso y, lo que es todavía peor, innecesariamente efectista, hasta el ridículo. Ni siquiera puede sacar partido Aitana Sánchez-Gijón, que estuvo aquí acompañando esta coproducción mitad catalana, mitad noruega y hablada en inglés, que seguramente quedará en el olvido. Aparentemente, esta película tiene alguna relación, al menos argumental, con la escandalosa Anticristo, de Lars von Trier presentada recientemente en Cannes, no obstante el danés no informó que su obra se trate de adaptación-versión alguna del autor de Casa de muñecas
La otra película en competencia fue Amores locos , de Beda Docampo Feijoo, el recordado coguionista de Camila y Miss Mary , de Luisa Bemberg, así como director -en la Argentina- de películas como Debajo del mundo y Buenos Aires me mata , español por nacimiento, que en la última década ha seguido en contacto con el país donde vivió y tuvo sus primeros éxitos, viene produciendo sus películas aquí. La historia tiene como eje a un psiquiatra (especializado en "amores locos") y su relación con una cuidadora del Museo del Prado, obsesionada con una pintura flamenca anónima en la que se ve a un profesor de clave y su alumna, casi de espaldas, personajes que ella supone son, de alguna forma, ellos mismos. Docampo Feijoo propone dos retratos: el del psiquiatra con su ex esposa, su hija entrando en la adolescencia, su hermana cantante de ópera a la que le cuesta formar familia y un colega que solo puede hacerlo con prostitutas de alto nivel; por el otro el de la mujer que vive encerrada en su mundo de fantasías, con su abuela, en una casa que parece un museo, con un amigo en extremo introvertido y una sola meta que esconde, en verdad, la frustración por un viejo drama familiar. En el resultado mucho ayudan las presencias del talentoso Eduard Fernández (Ficción, El método), la seductora sui generis Irene Visedo y la siempre brillante Marisa Paredes, a quien en el comienzo de la muestra se vió -junto a Antonio Banderas- en el emotivo homenaje que se le brindó al actor Juan Diego.


También El niño pez hizo su paso por Málaga. La película de Lucia Puenzo con Inés Efron (ambas estuvieron en la muestra).
A estas propuestas siguieron la comedia con cánones de TV 7 minutos, debut de Daniela Fejerman. Con un guión de Angeles González Sinde (que recuerda a la tira Mujeres alteradas, inspirada en los cómics de la humorista argentina Maitena) y dos catalanas, la fallida Trash, de Carles Torras, y la más interesante Tres días con la familia , de la muy joven Mar Coll (28 años), sobre una veinteañera que vuelve de Francia a la casa de su padre, en Gerona, a raíz de la muerte de su abuelo, un encuentro familiar -del velorio al entierro- descripto con pinceladas precisas, pero, antes que nada, con la dureza que significa transmitir el insoportable levedad del ser en que vive este grupo familiar de clase media.

Singular y sugestiva parsimonia para exponer el vacío existencial, una propuesta emparentada con el cine para nada complaciente de su compatriota Jaime Rosales (el autor de La soledad y Tiro en la cabeza), que huye de los contenidos, la narrativa y la estética del cine clonado de tiras de TV que abunda en estos días, incluso en el festival. La película, además del premio a mejor dirección para Coll, también obtuvo los destinados a mejor actor y actriz para Eduard Fernández y Nausicaa Bonnin.
Otra comedieta bastante floja no obstante muy comercial resultó Pagafantas, con la argentina Sabrina Garciarena, la protagonista de Felicitas.
Como siempre, los invitados de Málaga, y muy en especial de su director, el queridísimo Carmelo Romero, vivimos momentos inolvidables, una organización diez puntos, pescaito, salmorejo (un gazpacho espeso como pintura para chuparse los dedos)y mucho jamón del mejor, platos memorables (en Sacacorchos, por ejemplo, el granizado de limón con vodka)) y mucho cine, para que nadie piense que uno solo viaja para divertirse.

Claudio D. Minghetti

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