Así definían los hermanos Louis y Auguste Lumiere al cine en sus comienzos: un medio que permite reflejar en una pantalla una ilusión de movimiento. Las sombras chinescas se convertían en “algo más” y varias décadas más tarde, el dibujo animado le daría un nuevo vuelo. No es casual que el primer largometraje de dibujos animados haya sido producido en la argentina, y en 1931. Se llamaba Peludópolis en el que su autor, el italiano Quirino Cristiani dicen le pegaba injustificadamente a Hipólito Yrigoyen, recién depuesto por el Ejército. Es decir, nació, aquí, y tenía un mensaje político.
Mientras flota el recuerdo de los exitosos títulos de Manuel García Ferré, o de Patoruzito y sus millones de espectadores, y se aguarda con ansiedad el futuro de la mano de Juan José Campanella con Metegol para 2012, el cine argentino sigue apostando fuerte por la animación.
La producción local de dibujos animados sigue dando sorpresas. La última es que en estos dos jueves –el que pasó y el próximo- la pantalla grande es receptora de dos productos totalmente diferentes por su naturaleza, contenido, estética y destino que tienen, cada una a su manera, la marca país en el orillo. Una es para los más chicos originada en los Estados Unidos hace medio siglo, aunque la idea es también entusiasmar a sus padres en un sentido puramente nostálgico; la otra está dirigida principalmente a jóvenes pero también a adultos, para los que siempre es bueno repasar la trayectoria de personajes que marcaron a fuego la historia local y más allá de su inexorable trascendencia siguen generando apasionados debates.
Pero ¿qué tienen en común esta dos producciones, una compartida con México, la otra nacional en un ciento por ciento? Las dos llevan el sello de una misma empresa responsable de parte sustancial de lo que se ve.
Illusion Studios nació en 2006. Liderada por José Luis Massa, la empresa, que en los últimos tiempos ha respaldado éxitos como Gaturro (más de 500.000 espectadores), de acuerdo al personaje creado por Nik, y Boogie, el aceitoso, según el memorable comic inspirado en la serie negra pero con el inimitable sello del recordado “negro” Fontanarrosa, se dedica a la creación, desarrollo, producción y comercialización de contenido infanto-juvenil para cine, TV, teatro y soportes digitales.
Massa, recordado por haber dirigido en cine Partoruzito e Isidoro, la película es el responsable de la animación de ambas producciones.
Un recuerdo entrañable de los 60
Don Gato y su pandilla (Top Cat) y sus amigos nacieron justo un año después que Los Picapiedras –el 27 de septiembre de 1961- por la misma cadena ABC, creados también por Joseph Hanna y William Barbera, y justo un año antes que Los Supersónicos. Inspirado en El show de Phil Silvers, su éxito en la pantalla chica norteamericana fue apenas tibio en el horario central de los miércoles a las 20.30, que recibía la pantalla caliente del show de Steve Allen. Tras la emisión de los 30 episodios (de 25 minutos cada uno) de la temporada que finalizó con la primavera de 1962, siguió en ese horario hasta el otoño, cuando pasó en tercera vuelta a los sábados por la mañana, y así siguió compartiendo desyaunos hasta 1969. Sin embargo, su trayectoria fuera de los Estados Unidos fue muy diferente.
En México, la aceptación fue empática e inmediata. También en Perú y aquí, en la Argentina, donde Canal 13 repitió por años todos sus episodios. El protagonista de esta serie es un gato de callejón buscavidas. Viste chaleco violeta, sombrero rancho tipo Panamá haciendo juego, roba leche y duerme en un tacho de basura de los que antiguamente se veían por las calles de Manhattan. Sus amigos son Cucho, Demóstenes (que tartamudea, como el estadista de la antigüedad), Panza, el seductor Espanto, dicen que inspirado en Cary Grant, el pequeño, de voz afinada Benito Bodoque, y de alguna manera también el oficial Carlos E. Matute, a quien atormentan, entre otras cosas, usando su teléfono de emergencias para sus inocentes actividades fuera de la ley. De aquellas conocidas voces mexicanas en español, que aquí también se escucharon¬ -y festejaron-, solo queda en esta vuelta la del veterano Jorge “Tata” Arvizu, que hace las de Cucho y Benito.
A 50 años de la primera vez, la vieja serie Don Gato se sigue repitiendo por la pantalla de Boomerang y Cartoon Network.
En la aventura “vintage” de los mexicanos de Anima Studios, encabezados por el director del film, Alberto Mar (recordado por su versión dibujada de El Chavo), y los artistas y especialistas en 3D argentinos de Illusion, Don Gato y su grupo se enteran de que el Maraja de Pocajú (el Maharaha de Pokajee, visto en el episodio dos de la serie) ha llegado a la Ciudad y da diamantes de propina a cualquiera que le preste un servicio. Para llegar a él, Don Gato tiene que burlar al Matute que aspira a ser nuevo jefe de la policía metropolitana. Pero todo se complica: Matute no obtiene el puesto que es ofrecido al advenedizo Buen Rostro un gurrumín desagradable y narcisista a quien Don Gato estafó. El nuevo funcionario busca remplazar humanos por robots y encarcela con falsos cargos al protagonista de esta historia. Un poco de cada episodio, eso si, al día.
Un personaje de la historia grande
Eva Duarte es, sin lugar a dudas, uno de los personajes más trascendentes y controversiales de la historia argentina del siglo XX. Ha sido, además, figura de ensayos de todo tipo, relatos ficcionados, piezas teatrales, musicales y películas que han mostrado diferentes momentos de su corto pero contundente paso por la vida. Sin embargo, nunca había sido, hasta ahora, protagonista de una propuesta de dibujos animados.
La periodista –actual directora de Radio Nacional- María Seoane se puso manos a la obra con la idea de concretar una película que pudiera capturar lo esencial de Evita con toda la libertad que supone hacerlo recurriendo a dibujos. A partir de la idea de relatar la historia desde el punto de vista de otro periodista, Rodolfo Walsh, desaparecido en 1977, durante la dictadura militar, de acuerdo a bocetos del historietista Francisco Solano López (el mismo de El eternauta, cuya primera edición compartió desde las viñetas con el guionista Héctor Germán Oesterheld), nació Eva de la Argentina.
“La historia de Eva Perón fue contada de acuerdo con los registros documentales sobrevivientes. Sin embargo, la historia no registrada en imágenes sino en textos puede ser reconstruida con todo el poder de la imagen animada. Se incorpora así, por primera vez, la posibilidad de iluminar detalles de esa historia que estaban vedados en otros soportes”, asegura Seoane. “Se utiliza la animación porque la ficción narrativa permite introducir el arte de la metáfora y de los sentidos –color, movimiento, texturas– en una historia caracterizada por la pasión, el secreto, la resistencia, la lucha, la solidaridad, el odio, el amor y el poder”, asegura.
En el film se recrean la partida de Evita de Junín a Buenos Aires, sus primeros tiempos antes del encuentro con Juan Perón tras el terremoto de San Juan, el 17 de octubre de 1945, las conquistas sociales, el voto femenino, el viaje por Europa y su desenlace, además de los bombardeos a Plaza de Mayo, el golpe de 1955, la desaparición del cuerpo embalsamado de Evita, su destino incierto y su recuperación dos décadas más tarde, así como los fusilamientos de José León Suárez, el encuentro de Walsh con Perón en Puerta de Hierro, el golpe militar de 1976 y boceta un posible final del escritor un año después, relatado por él mismo.
La banda de sonido es una obra en si misma. Además de las voces originales del material documental y la de Carlos Portaluppi como Walsh, se escuchan temas compuestos especialmente por Gustavo Santaolalla y el de los créditos finales, por León Gieco.
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