España vive la crisis intensamente. Así y todo, su crisis es posterior a un periodo de apogeo, por lo que la resultante de todo este desbarajuste provocado por la burbuja inmobiliaria y la necesidad imperiosa del capitalismo de soliviantar el bienestar de algunos con la angustia de muchos, se nota pero no tanto. Menos todavía en una ciudad como San Sebastian, donde todo es bonito y se la puede pasar muy bien viendo cine o haciendo cualquier cosa.
Los que vamos a ver cine descubrimos que en todas partes se cuecen habas, y los motivos son bien claros: el cine también esá padeciendo un periodo de crisis en cuanto a creatividad y a otra no del todo definida que tiene que ver con cambios tecnológicos.
Además, hay que reconocerlo, el Festival de San Sebastián está ubicado en el final de la temporada que arranca con Berlín y sigue con Cannes, Venecia y el cada vez más importante Toronto.
Asi y todo, la competencia oficial tuvo algunas cosas buenas, no tantas, pero algunas buenas, por suerte la que recibió el premio a mejor película y a mejor actor, Neds responsabilidad del cineasta escocés Peter Mullan (todavía se lo recuerda por su participación como actor en Trainspotting). Esta vez, el tema gira en torno a un chico humilde pero muy aplicado en el colegio, burlado por sus compañeros, que termina él mismo convirtiéndose en uno de ellos, quizás el peor de todos. Mullan pinta una época que reconoce haber vivido en carne propia, con rigor cinematográfico, y para regocijo de quienes buscaban en la sección oficial algo para destacar.
Allí también se vieron varias películas españolas muy diferentes entre sí. El gran Vazquez, por ejemplo, de Oscar Aibar, la historia de Manuel Vázquez, un dibujante de tebeos, historietas populares de la década del 60, mejor conocido por su vida algo disipada y por la caida que sufrió a partir de sus propias transgresiones. Si bien la película lo intenta, no logra ser un auténtico Alex de la Iglesia sino un clon algo desdibujado, lo que mejor tiene es el trabajo de Santiago Segura, en un papel muy diferente al que le toco en las varias entregas de Torrente.
Otro de los films ibéricos vistos fue Pan negro, de Agusti Villaronga. En este caso se trata de la adaptación de un éxito de librería catalán, que recrea una historia de la posguerra en un pueblo rural cercano a Barcelona, donde reina el atraso y donde se esconden una serie de crímenes y rencores atravesados por los enfrentamientos políticos pero fundamentalmente por la brutalidad imperante en ese entonces. La idea de que las únicas víctimas de las hipocresías de los adultos son los chicos, es decir el futuro, queda en claro, pero para entenderlo hay que soportar varios momentos de barbarie muy cruda, que le quitan atractivo al conjunto.
También de la zona catalana es Elisa K, de Judith Collel y Jordi Cardena, en este caso una historia bastante traída de los pelos acerca de una joven que cuando niña fue abusada por un amigo de su padre, hecho que quedó perdido en su memoria hasta que, chan, un buen día reaparece y causa estragos en su presente. Nada nuevo bajo el sol, no obstante fue recompensada con el lauro del jurado.
El cuarto ejemplo en este caso vasco fue Aita, de José María de Orbe. Se trata de una historia que tiene que ver con una vieja mansión, su casero y el cura del pueblo, vecino precisamente a San Sebastián. Estos dos hombres son los protagonistas de una trama que recurre a imágenes y sonidos que recuerdan buenas apuestas por lo experimental, pero que no son para públicos en gran escala sino todo lo contrario. El resultado es hipnótico, mezcla del cine de nuestros Ernesto Baca y Gustavo Fontán, que no es poca cosa. Pero el jurado prefirió dejarla de lado, igual que el de Fipresci, que se quedó con la muy mediocre Genpin, de la japonesa Naomi Kawase, casi un infomercial acerca de un obstetra que tiene como estandarte el parto natural. Lo que propone este médico es altamente positivo, pero no es motivo suficiente como para justificar este trabajo documental sin mayores atractivos que su punto de partida.
Argentina estuvo presente con Cerro Bayo, debut en solitario de Victoria Galardi, con eje en una familia que se ver forzada a reunirse a partir de que la abuela decide tomarse una cantidad de medicamentos suficiente como para morir. Pero como esto no ocurre la cosa se pone bien problemática. Las hijas, Verónica Llinas y Adriana Barraza, están en apuros, los dos nietos –Nahuel Pérez Biscayart e Inés Efron sueñan uno con conseguir el dinero suficiente como para irse a Europa y la otra con lograr el orgasmo tan soñado. Tras una serie de sucesos desafortunados, con algo de humor cínico, todos consiguen más o menos lo que buscaban, no obstante lo único que transmitan sea su obstinada fascinación por el dinero. Pequeña pero muy bien actuada, la película de la cineasta que ya había sorprendido hace dos años con la frescura de Amorosa Soledad, tuvo buena acogida por parte del público pero no por el jurado oficial, a diferencia del especial de TVE que la eligió entre las películas dirigidas por mujeres, para ser comparada por la emisora.
También en la oficial estuvieron la ridícula producción coreana He visto al demonio, de Kim Je-Woon, la superproducción Misterios de Lisboa, del cineasta chileno-francés Raoul Ruiz, o la muy ligerita Amigo, de John Sayles. En categoría de interesante pero solo daba para un corto se encuentra La mezquita, comedia oscura del marroquí Daoud Aoulad-Syad, en tanto la china Adictos al amor es apenas un coqueteo con una historia de la vida contemporánea, donde los mayores se van quedando atrás. Tambien en la oficial se vio la sueca A casa por Navidad, que se llevó el premio a mejor guión y la alemana Colores en la oscuridad,de Sophie Heldman acerca de un matrimonio afectado por la enfermedad de uno de ellos, dispuestos a quitarse la vida juntos.
De lo que no caben dudas es que lo mejor de San Sebastian estuvo en muestras paralelas, como Zabaltegi, donde se vieron buenas cosas que ya pasaron por otros festivales, en Horizontes Latinos, donde se vieron Ernesto apenas tarde, debut como director de Daniel Hendler, y en .doc, que compiló una impresionante selección de documentales de todo tipo, por ejemplo Cuánto pesa su edificio, Mr. Foster, de Norberto López Amado y Carlos Carcas, dedicado al arquitecto Norman Foster, La leyenda del tiempo, de Isaki Lacuesta, apropósito de Ava Gardner en España, o Exit Through the Gift Shop, el dirigido por el graffitero Banksy, dedicado al arte y los artistas que siguen el camino de pintar muros, entre otras intervenciones urbanas o Happythankyoumoreplease, de Josh Radnor.
Una buena retrospectiva resultó la dedicada a Don Siegel, el autor entre otros clásicos de la serie Harry, el sucio.
En cuanto a presencias, una importante fue la del español Rodrigo Cortés, autor de Enterrado, la película rodada íntegramente en el interior de un cajón que se ha convertido en un éxito de taquilla en todo el mundo.
1 comentario:
hola y encantada siempre de dar con nuevos blogs. di con éste por Sandro, qué carisma..
pues yo siempre pensé que las crisis alimentaban la creatividad y el espíritu creativo . Lo que le ocurre al cine e que cueste mucho y eso haga que mucha gente no pueda acceder a realizar una película.
El glamour es un concepto "intermitente" y, aunque San Sebastián lo tiene y lo tendrá siempre... el cine, en cada remesa, hace que el festival tenga unos años más que otros...
Por ej. yo estuve hará 7 años y lo disfruté mucho. la película que ganó no tenía, aparentemente, nada especial pero tenía tono
bueno, un saludo y ya volveré
ah, yo soy fan de BsSs!
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