Santiago
Mitre presentó su tercer largometraje, "La cordillera", en
la sección Una cierta mirada de Cannes, junto a parte de su elenco
encabezado por Ricardo Darín, Dolores Fonzi y Erica Rivas, y explicó
las raíces de este relato acerca de un presidente argentino que al
mismo tiempo que participa de una cumbre regional atiende a su hija
en estado de crisis, y recibió el caluroso recibimiento de una sala
repleta de acreditados.
El autor de "El estudiante" y "La patota", con la que ganó el Gran Premio de la Semana de la Crítica de Cannes en 2015, vuelve al festival pero esta vez en una de las dos secciones más importantes, con esta historia que tiene que ver con un presidente argentino acorralado por una cumbre latinoamericana que se celebra en los Andes chilenos, y su propia historia familiar.
Mitre habló acerca de esta producción en la que también participan Dolores Fpnzi, Erica Rivas, Gerardo Romano, la chilena Paulina García, la española Elena Anaya y el estadounidense Christian Slater que se estrenará el 17 de agosto en Argentina.
"La cordillera" tiene una trama que arranca de una forma para después pegar una vuelta de timón...
-Sí, la película muta, si bien empieza con un tono realista cercano al documental, hasta que aparece un elemento fantástico, es decir que navega de un lado y otro de una frontera, que tiene que ver con cuestiones interpretables como mágicas o cuestiones más concretas.
-Para el presidente protagonista, de ambos lados de la propia cordillera, o frontera, por la que camina, hay abismos...
-Es una linda frase para definir esa sensación. Está en la cumbre viendo el abismo en el pasado y en el futuro, que se siente cuando se está en soledad. Hace un tiempo tuve una conversación con un ex presidente no argentino, que me dijo una frase así como que nunca se está tan solo como cuando se tiene poder, y había algo de eso que me parecía una idea ordenadora, como intentar estar en la cabeza de ese presidente en particular -T: --Hay un juego entre realidad y ficción...
-Y de cómo de esa construcción política que hizo con su pasado, tal como presenta la historia, es parte de una ficción que su hija viene a poner en primer plano. Uno puede especular con qué es real y qué fantástico, y era eso lo que buscábamos en el proceso de escritura con Mariano (Llinás) y luego con (Ricardo Darin), que uno empiece a dudar del personaje, de las cosas que dice, de sus intenciones, y ponerlo más en juicio.
-Hay una idea común, poco definida, acerca de la gente que ocupa lugares de poder, pero las apariencias engañan, dice el refrán... Como que nada en verdad es lo que parece, y no hay que creer lo que se ve, como sentenció Hitchcock varias veces.
-El personaje está en blanco, como su apellido, y está decidiendo en qué lugar ubicarse, porque lleva pocos meses en el gobierno, es visto por la opinión pública y cierto periodismo como un presidente débil que está aliado a Brasil por conveniencia en su momento y debe definir su estrategia política, cuál es el lugar que va a ocupar en el panorama político durante esa cumbre, es como el relato de iniciación de un mandatario, cómo toma decisiones para considerarse un hombre poderoso.
-En "El estudiante" está esa idea de cómo transitar el camino para llegar a la meta, alguien que desde afuera ve las cosas de una manera y una vez adentro debe tomar decisiones...
-"El estudiante" es míticamente un relato de iniciación trabajado con una perspectiva más realista, lo que la vuelve un poco más metonímica es que está ambientada en una facultad, pero en este caso lo que queríamos con Mariano era sacarnos de encima el realismo, por eso la película empieza de un modo más transparente, y por eso la escena inicial de alguien entrando a la Casa Rosada y buena parte de lo que sigue, la construcción de los personajes, la llegada al Salón Blanco, el avión presidencial... eran como para estar en el corazón de este grupo que ejerce el poder. Después aparecen los elementos hitchcockianos, que yo pudorosamente voy a decir que confieso intentamos incluir.
-Por ahí llega el suspenso...
-Siempre intenté pensar esta película como "de género", y para cualquier cineasta que quiera hacer algo de género, Hitchcock es al cine de suspenso como Aristóteles a la filosofía.
-¿Y cómo armaste a los otros personajes?
-A mí me gustan mucho los diálogos y no le tememos a las escenas muy verborrágicas, pienso que hay que tener muy bien construidos a los personajes para poder tener diálogos elaborados. Sin embargo, hay que sacarlos de la funcionalidad narrativa y darles una entidad específica. Trabajamos tanto los personajes que aparecen como incluso a algunos que no, para definir mejor el entorno. Teníamos en claro el entramado político de aquí y de otros países, y por eso fuimos armando como juegos de rol, imaginar que tal presidente se parece a tal otro, pero en realidad no es el del mismo país.
-En lo político ¿cuál era la idea era...?
-Esa política que hay en Latinoamérica, de nacionalistas versus libre mercado, algo que la película pone en escena
-Para vos, ¿la política es el gran tema?
-A mí me interesa la política como territorio en el cual trabajar la ficción, me parece porosa, y absorbe muy bien este tipo de fábulas de poder sobre las cuales me divierte escribir. Es un territorio que aparece cada vez que me pongo a pensar algo para escribir.
-Pero es una política en la intimidad...
-En este caso yo quería trabajar puntualmente sobre la intimidad de un presidente versus su construcción pública. Había algo de eso que me impresionaba. Cuando te ponés a pensar en la figura pública de un presidente, su construcción política involucra a su familia, el pasado, todo, nada está libre de la política y tiene que manipular incluso su historia familiar como para que encaje dentro de su historia política, y eso es lo que queríamos trabajar y poner en jaque.
-Realidad y fantasía...
-SM: A mí me gusta el cine que hace eso de combinar realidad con fantasía, que tiene un diálogo lateral con la realidad, que desafía al espectador a usar su inteligencia y a poder relacionar lo que ve en pantalla con cosas que recuerda o lo ayudan a asociar de un modo inteligente. En eso yo creo que el espectador agradece cuando se lo interpela de esa forma.
-Y en esa ficción algo de misterio...
El misterio siempre es más potente y que el final pueda dialogar con las posiciones políticas del espectador. Me parecía mucho más potente que explicarlo todo
-¿Y qué lo que más te gusto del trabajo de Ricardo?
Que es suficientemente enigmático, y puso el cuerpo. Es notable cómo desde el principio va oscureciendo el personaje, llamado paradójicamente Blanco, que parece tan diáfano y termina siendo tan oscuro.
-Hay también mucho trabajo de cámara...
El lenguaje de cámara acá me permitió endurecer la ficción, es opuesto a la estética de "El estudiante". Descubrí cuánto disfruto de esto, pero desde que terminé la película pienso que, tal vez en el futuro, me gustaría hacer una película de terror.
-¿Cómo definirías "La cordillera"?
-Quizás sea un paso adelante de "El estudiante". Nuestro cuco era caer en "House of Cards". Queríamos hacer algo más sofisticado y que hablase de política, como te dije, en términos más metonímicos, más laterales. Hacer una caracterización de la política a través de la trampa, a partir de creer en los ideales, creo que ya lo había trabajado en mi primer largometraje. Ahora quería ser más libre y hacer un thriller me permitió lograrlo.
El autor de "El estudiante" y "La patota", con la que ganó el Gran Premio de la Semana de la Crítica de Cannes en 2015, vuelve al festival pero esta vez en una de las dos secciones más importantes, con esta historia que tiene que ver con un presidente argentino acorralado por una cumbre latinoamericana que se celebra en los Andes chilenos, y su propia historia familiar.
Mitre habló acerca de esta producción en la que también participan Dolores Fpnzi, Erica Rivas, Gerardo Romano, la chilena Paulina García, la española Elena Anaya y el estadounidense Christian Slater que se estrenará el 17 de agosto en Argentina.
"La cordillera" tiene una trama que arranca de una forma para después pegar una vuelta de timón...
-Sí, la película muta, si bien empieza con un tono realista cercano al documental, hasta que aparece un elemento fantástico, es decir que navega de un lado y otro de una frontera, que tiene que ver con cuestiones interpretables como mágicas o cuestiones más concretas.
-Para el presidente protagonista, de ambos lados de la propia cordillera, o frontera, por la que camina, hay abismos...
-Es una linda frase para definir esa sensación. Está en la cumbre viendo el abismo en el pasado y en el futuro, que se siente cuando se está en soledad. Hace un tiempo tuve una conversación con un ex presidente no argentino, que me dijo una frase así como que nunca se está tan solo como cuando se tiene poder, y había algo de eso que me parecía una idea ordenadora, como intentar estar en la cabeza de ese presidente en particular -T: --Hay un juego entre realidad y ficción...
-Y de cómo de esa construcción política que hizo con su pasado, tal como presenta la historia, es parte de una ficción que su hija viene a poner en primer plano. Uno puede especular con qué es real y qué fantástico, y era eso lo que buscábamos en el proceso de escritura con Mariano (Llinás) y luego con (Ricardo Darin), que uno empiece a dudar del personaje, de las cosas que dice, de sus intenciones, y ponerlo más en juicio.
-Hay una idea común, poco definida, acerca de la gente que ocupa lugares de poder, pero las apariencias engañan, dice el refrán... Como que nada en verdad es lo que parece, y no hay que creer lo que se ve, como sentenció Hitchcock varias veces.
-El personaje está en blanco, como su apellido, y está decidiendo en qué lugar ubicarse, porque lleva pocos meses en el gobierno, es visto por la opinión pública y cierto periodismo como un presidente débil que está aliado a Brasil por conveniencia en su momento y debe definir su estrategia política, cuál es el lugar que va a ocupar en el panorama político durante esa cumbre, es como el relato de iniciación de un mandatario, cómo toma decisiones para considerarse un hombre poderoso.
-En "El estudiante" está esa idea de cómo transitar el camino para llegar a la meta, alguien que desde afuera ve las cosas de una manera y una vez adentro debe tomar decisiones...
-"El estudiante" es míticamente un relato de iniciación trabajado con una perspectiva más realista, lo que la vuelve un poco más metonímica es que está ambientada en una facultad, pero en este caso lo que queríamos con Mariano era sacarnos de encima el realismo, por eso la película empieza de un modo más transparente, y por eso la escena inicial de alguien entrando a la Casa Rosada y buena parte de lo que sigue, la construcción de los personajes, la llegada al Salón Blanco, el avión presidencial... eran como para estar en el corazón de este grupo que ejerce el poder. Después aparecen los elementos hitchcockianos, que yo pudorosamente voy a decir que confieso intentamos incluir.
-Por ahí llega el suspenso...
-Siempre intenté pensar esta película como "de género", y para cualquier cineasta que quiera hacer algo de género, Hitchcock es al cine de suspenso como Aristóteles a la filosofía.
-¿Y cómo armaste a los otros personajes?
-A mí me gustan mucho los diálogos y no le tememos a las escenas muy verborrágicas, pienso que hay que tener muy bien construidos a los personajes para poder tener diálogos elaborados. Sin embargo, hay que sacarlos de la funcionalidad narrativa y darles una entidad específica. Trabajamos tanto los personajes que aparecen como incluso a algunos que no, para definir mejor el entorno. Teníamos en claro el entramado político de aquí y de otros países, y por eso fuimos armando como juegos de rol, imaginar que tal presidente se parece a tal otro, pero en realidad no es el del mismo país.
-En lo político ¿cuál era la idea era...?
-Esa política que hay en Latinoamérica, de nacionalistas versus libre mercado, algo que la película pone en escena
-Para vos, ¿la política es el gran tema?
-A mí me interesa la política como territorio en el cual trabajar la ficción, me parece porosa, y absorbe muy bien este tipo de fábulas de poder sobre las cuales me divierte escribir. Es un territorio que aparece cada vez que me pongo a pensar algo para escribir.
-Pero es una política en la intimidad...
-En este caso yo quería trabajar puntualmente sobre la intimidad de un presidente versus su construcción pública. Había algo de eso que me impresionaba. Cuando te ponés a pensar en la figura pública de un presidente, su construcción política involucra a su familia, el pasado, todo, nada está libre de la política y tiene que manipular incluso su historia familiar como para que encaje dentro de su historia política, y eso es lo que queríamos trabajar y poner en jaque.
-Realidad y fantasía...
-SM: A mí me gusta el cine que hace eso de combinar realidad con fantasía, que tiene un diálogo lateral con la realidad, que desafía al espectador a usar su inteligencia y a poder relacionar lo que ve en pantalla con cosas que recuerda o lo ayudan a asociar de un modo inteligente. En eso yo creo que el espectador agradece cuando se lo interpela de esa forma.
-Y en esa ficción algo de misterio...
El misterio siempre es más potente y que el final pueda dialogar con las posiciones políticas del espectador. Me parecía mucho más potente que explicarlo todo
-¿Y qué lo que más te gusto del trabajo de Ricardo?
Que es suficientemente enigmático, y puso el cuerpo. Es notable cómo desde el principio va oscureciendo el personaje, llamado paradójicamente Blanco, que parece tan diáfano y termina siendo tan oscuro.
-Hay también mucho trabajo de cámara...
El lenguaje de cámara acá me permitió endurecer la ficción, es opuesto a la estética de "El estudiante". Descubrí cuánto disfruto de esto, pero desde que terminé la película pienso que, tal vez en el futuro, me gustaría hacer una película de terror.
-¿Cómo definirías "La cordillera"?
-Quizás sea un paso adelante de "El estudiante". Nuestro cuco era caer en "House of Cards". Queríamos hacer algo más sofisticado y que hablase de política, como te dije, en términos más metonímicos, más laterales. Hacer una caracterización de la política a través de la trampa, a partir de creer en los ideales, creo que ya lo había trabajado en mi primer largometraje. Ahora quería ser más libre y hacer un thriller me permitió lograrlo.